La ecopsicología es la herramienta de la que disponemos en psicología para acercarnos al mundo de la ecología. Es un puente entre ambas disciplinas.
Desde la ecopsicología aprendemos a valorarnos como seres vivos, sintientes, orgánicos y naturales. Establecemos analogías con otros seres vivos y sus procesos de vida para aprender a vivir la nuestra. Nos permite indagar sobre nuestra naturaleza interior a través del contacto con la de afuera.
Por otro lado, nos enseña a desaprender nuestros hábitos de consumo, reduciéndolos a los mínimos y con menor impacto en el medio. Nos muestra cómo para tener salud en nuestro cuerpo, debemos cuidar la calidad de nuestra alimentación, nutrición, descanso y demás enseres. Y eso pasa por prestar atención al origen de lo que compramos, las manos que lo crean y acercan a las nuestras y la ética de toda esa cadena. Nos enseña el viaje de lo egológico a lo ecológico.
Entre otras muchas cosas, también nos enseña que no somos seres individuales. Somos un colectivo interconectado, en el que todo lo que hacemos tiene una repercusión, un impacto. Mi autocuidado genera un movimiento, mi relación con los otros, ya sean humanos o no, también. Y todo lo que hacemos repercute a nuestro sostén, la naturaleza.
La ecopsicología nos ayuda a re-conocernos como naturaleza y a mirar a la de afuera para poder aprender de ella y de nosotras. De sus ciclos, sus procesos. Nos introduce en el ritmo de la pausa. La escucha del silencio. La visión de lo invisible. Nos acerca al proceso de vida – muerte -renacimiento en el que estamos continuamente inmersas. Y nos conecta con la vitalidad que existe de fondo en todo el proceso.
La ecopsicología es una mirada amplia y profunda que nos ayuda a vivir en mayor armonía y crear un mundo mejor